10 de junio de 2020

¿Sabes cómo diferenciar la ansiedad de la angustia?



DIFERENCIAS ENTRE LA ANSIEDAD Y LA ANGUSTIA

Por Miriam López Urrutia



Para iniciar la diferenciación entre estos dos estados emocionales, comenzaremos por definir y describir cada una de ellas.

LA ANSIEDAD

La ansiedad es una emoción que todo el mundo experimenta ante una situación de incertidumbre y amenaza. Prepara a la persona para escenarios que pueden tener un resultado negativo.

La ansiedad es una sensación desagradable, difusa y vaga de inquietud. Como señala Kaplan, se suele acompañar de dolores de cabeza, palpitaciones, opresión en el pecho y molestias gástricas, aunque varía de una persona a otra. En realidad, la ansiedad es una señal de alerta (como lo es el miedo); advierte del peligro inminente y permite a una persona tomar medidas contra la amenaza. En este sentido, es un mecanismo positivo para la integridad del ser humano ya que puede ser adaptativa y hasta buena sentirla ante grandes desafíos.

Sin embargo, la ansiedad, frecuentemente, por distintas razones, supone un trastorno, que se caracteriza por palpitaciones, sudores y sensación de miedo. También afecta al pensamiento, produciendo confusión y disminuyendo la memoria y la capacidad de concentración. Todo ello provoca un desajuste en la relación de la persona con sus congéneres y con el mundo que le rodea.

El problema viene cuando se convierte en patológica y se manifiesta en un grado demasiado intenso y con gran frecuencia. Lejos de ayudar a adaptarse, bloquea al individuo y le lleva a un resultado peor del deseado, pudiendo comprometer su salud física y mental. Para no llegar a este punto, Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) explica cómo controlar la ansiedad cuando esta se vuelve preocupante.

Cano rechaza categóricamente el uso de medicamentos para solucionar el problema y apuesta por la terapia cognitivo conductual. “Es la que más se ha estudiado a nivel científico y que mejor ha demostrado su eficacia”. Para entender en qué consiste esta terapia y dar consejos útiles, explica detalladamente los pasos necesarios para superar la ansiedad.


1. Informarse de qué es la ansiedad y cuáles son sus síntomas

“Hay personas que desconocen que los síntomas que padecen están causados por la ansiedad”. El primer paso para recuperarse es saber qué les está pasando y darse cuenta de los síntomas. “Taquicardias, sudor, aumento de la temperatura, dificultad para dormir, molestias digestivas, etc., son algunos de ellos”. Después habría que descubrir los factores causantes e informarse de qué son las emociones y la ansiedad.

2. Reinterpretar el problema

La ansiedad lo que hace es que la persona anticipe unas consecuencias muy negativas por si acaso se producen. Cano aconseja “interpretar la amenaza de forma menos grave, ser realistas y no magnificar”.

De manera práctica:
     * Razonar si la posibilidad de que ocurra lo peor es tan grande.
      * Preguntarse: “si ocurriese lo peor ¿realmente sería tan grave?”.
      * Poner atención en los problemas sólo cuando se puede hacer algo.

 “Cuando no hay nada que hacer, hay que seguir la vida normal y atender otras cosas”.

3. Desviar la atención del problema

Cuando hay ansiedad la atención está continuamente enfocada al problema, “no dejamos de pensar en lo que nos preocupa”, explica Cano.

“La persona ha de aprender a relajarse, a no centrar su atención todo el rato en el problema. Estar en alerta, pero también descansar y guardar recursos cuando no se puede hacer nada”.

Para lograrlo hay que:

      * Obligarse a pensar en otra cosa.
        * Obligarse a hacer algo diferente para distraerse.

4. Interpretar los problemas como un desafío, no como una amenaza

El experto añade como consejo “la interpretación de las dificultades como un desafío, en vez de como una amenaza”. Esto permite afrontar la situación con motivación, dejando de lado la preocupación.

5. Técnicas de relajación

También ayudan las técnicas de relajación (muscular progresiva, respiración, imaginación, entre otros). Con ellas se reduce la activación fisiológica, se sueltan los músculos, etc. Cano indica la conveniencia de hacerlo todos los días.

“Cuando se entrenan estas habilidades, los problemas empiezan a resolverse”, afirma Cano. “El paciente - continúa - se da cuenta de sus errores y los corrige. Así empiezan a aliviarse los problemas”.

Los trastornos de ansiedad son los más frecuentes entre las enfermedades mentales. Los últimos estudios demuestran que un 30% de las mujeres y un 20% de los hombres sufrirán algún tipo de trastorno de ansiedad a lo largo de su vida. Afortunadamente, se pueden tratar y superar.


Qué hacer ante un ataque de ansiedad o pánico

Para controlar la ansiedad, comienza con tu manera de pensar.

El miedo es causado en gran parte por tus pensamientos. Cambiar la forma de pensar sobre algo puede ayudarte a calmar la reacción de miedo y reducir la ansiedad.

Para algunas personas, el miedo y la ansiedad se vuelven tan intensos que evitan la situación. Sin embargo, la evasión afecta la forma en que vives, ya que limita la forma en que encaras la vida.

Cuando una persona sufre un ataque de pánico, la ansiedad se descontrola, la persona pierde el control y se asusta ante ese descontrol. Comienza a sentir que su pulso se acelera, el rostro se ruboriza, la respiración se acelera y se vuelve irregular a medida que la adrenalina corre por sus venas.

“La tasa cardiaca aumenta, se dificulta la respiración, hay hiperventilación, aumento de la temperatura y temblor”.

“El sistema nervioso autónomo se dispara y hay que tranquilizarle transmitiendo la sensación de que no hay peligro, que no hay una situación extrema y que lo que sucede no es grave. Al cambiar el foco de la atención y la importancia que le damos a los síntomas del ataque de pánico, estos disminuyen”.

La mejor forma de lograr esto es:
      
1.- Hacer y pensar en otra cosa.
2.- Cambiar de tema de conversación.
3.- Ponerse a trabajar en algo.
4.- Realizar cualquier actividad que permita no darle importancia a los síntomas que está teniendo.
5.- En vez de hiperventilar, respirar más lentamente
Por otro lado, con la práctica de algunas técnicas, puedes aprender cómo el miedo y la ansiedad afectan tu cuerpo y cómo puedes controlar tu respuesta al estrés producido por estas emociones.

1.- Escucha a tu cuerpo para cambiar tus emociones

El miedo genera una respuesta física: ritmo cardíaco rápido, respiración acelerada y otras respuestas fisiológicas. Las situaciones de estrés producen estas respuestas físicas, que tu mente interpreta como "tienes miedo".

Cuando sientes miedo físicamente, tómate un momento para escuchar a tu cuerpo y recuperar el control. ¿Respiras rápido o con dificultad? Respira profundo varias veces y desacelera tu respiración.

Controlar la respuesta física al miedo puede influir sobre tu respuesta emocional.

2.- Vigila tus propios pensamientos

El miedo es causado en gran parte por tus pensamientos. Tu cuerpo proporciona un estímulo al miedo y tu mente se dispara, dándote toda clase de motivos irracionales por los cuales deberías sentir miedo.

Por supuesto que los motivos no siempre son lógicos (no te pondrás totalmente en ridículo si tienes que pronunciar un discurso) pero estos pensamientos irracionales invaden tu mente e intensifican tu miedo.

3.- Desafía tus pensamientos de miedo

En su lugar, identifica esos pensamientos que te generan miedo. Desafíalos. ¿Qué pruebas hay de que te pondrás totalmente en ridículo? Ninguna. Posiblemente no recibas una gran ovación del público, pero no importa; tu objetivo es realizar una presentación profesional donde tu audiencia aprenda de ti. Revalúa la situación y aléjate de los pensamientos demasiado críticos.

Cómo percibes una situación afecta lo que sientes al respecto. Abordar el miedo de forma racional, realista y con un cambio en la forma en que piensas te ayudará a superar su estímulo intenso e irracional.

4.- Usa tu imaginación para disipar tus temores

Imagina tan vívidamente como puedas una situación que te provoque temor. Siente cómo crece la ansiedad, pero luego agrega más información. Pregúntate, ¿qué te preocupa? ¿Cuáles son los resultados más probables? Después, imagina lo que quieres que suceda.

Agregar más información y asociaciones a tus temores ayudará a disminuir sus efectos cuando los sientas en la vida real. Esto puede ser difícil de lograr sin orientación de un profesional, por lo que, si fuera necesario, consulta con un profesional de salud mental con experiencia en el control de la ansiedad, sobre todo si notas que te cuesta controlarla o manejarla por ti mismo(a).


Seguidamente haremos una breve descripción de los trastornos de ansiedad más frecuentes:

1.- El trastorno de ansiedad generalizada

Consiste en la experiencia general de ansiedad, con una tensión constante y una excesiva preocupación por las situaciones cotidianas y respecto al futuro. Además, la persona afectada padece tensión muscular, cansancio, falta de concentración e irritabilidad. En muchas ocasiones se acompaña de insomnio. Estos síntomas limitan a la persona para el desarrollo normal de sus actividades cotidianas.

Este trastorno suele aparecer en los años jóvenes y es más frecuente en las mujeres que en los hombres. La ansiedad no tiene relación directa con ningún acontecimiento concreto, a diferencia de lo que ocurre con otros trastornos de ansiedad.

2.- El trastorno de pánico o trastorno de angustia

Consiste en experimentar ataques de ansiedad o crisis de angustia súbitos e intensos. Quienes sufren el ataque tienen la sensación de que pueden morirse o volverse locos. Se caracteriza también por presión en el pecho, sensación de ahogo, temblor, sudor, náuseas y palpitaciones.

Los ataques duran entre 10 y 30 minutos, y no se producen siempre frente a una situación concreta, aunque se detectan situaciones que predisponen a padecerlos. Es más frecuente en mujeres y se suele presentar en la juventud.

3.- La fobia social

Se caracteriza porque la persona siente temor a ser el foco de atención de las personas, a hablar en público y relacionarse con mucha gente, por miedo a sus críticas o a hacer el ridículo. Quienes padecen fobia social se sienten ansiosos y preocupados por el hecho de tener que hablar en público, comer junto a otras personas y realizar preguntas en público. Temen, por tanto, acudir a comidas, cenas, fiestas, bodas y otros acontecimientos sociales, por lo que tienden a evitarlos.

La fobia social se suele presentar en la juventud y es más frecuente en mujeres que en hombres. Al contrario que la agorafobia, el contar con una persona amiga al lado no ayuda al fóbico en absoluto.

4.- La agorafobia

Las personas que sufren de agorafobia experimentan una intensa ansiedad psicológica y física en determinadas situaciones. 

Estas serían algunas de ellas:

a.- En espacios cerrados de difícil salida
b.- En lugares donde nadie acudiría si se pide ayuda
c.- En entornos y ambientes desconocidos y extraños
d.- En lugares públicos con mucha gente

Como consecuencia de ello, estas personas tienden a evitar muchas situaciones, lo que repercute muy negativamente en su vida diaria. Algunas personas llegan a tener grandes dificultades para salir de su casa. La agorafobia se da muy frecuentemente en personas que padecen trastorno de pánico. El contar con una persona amiga al lado alivia la agorafobia, por lo que es muy importante para los agorafóbicos tener compañía.

5.- Otras fobias

Las fobias son temores exagerados e irracionales ante situaciones que no provocarían esta reacción en las demás personas. 

Las más frecuentes son las siguientes:

     a.- A los animales, insectos
      b.- A las tormentas eléctricas, fuertes vientos, aguaceros
      c.- A subirse a un avión, a un barco o a una lancha
      d.- Al daño corporal, inyecciones, pinchazos, a la sangre
      e.- Temor al agotamiento, a vómitos, a contraer una enfermedad etc.


Y en estos últimos meses se ha presentado un nuevo tipo de ansiedad: la ansiedad durante la cuarentena

Desde que se inició la pandemia por el COVID-19, (febrero-marzo del año 2.020) en casi todos los países se inició una cuarentena obligada, donde las personas tuvieron que permanecer durante todo el día en sus casas, para evitar y disminuir los contagios. Esto presentó a la población una nueva realidad y un increíble reto, permanecer las familias, y algunas personas completamente solos, en sus casas, sabemos que el ser humano no está acostumbrado a no salir de su casa durante tanto tiempo, por lo que ha sido uno de los mayores detonantes para que muchas personas aumenten sus niveles de ansiedad.

La doctora Alejandra Armijo, psiquiatra de Clínica Dávila, entrega una serie de recomendaciones para mantenerse tranquilo en casa, en este sentido, la experta asegura que es sumamente relevante que las personas que estén en cuarentena preventiva u obligatoria, mantengan la rutina de trabajo de todos los días.

“Es fundamental organizar una rutina de lunes a viernes y que tenga horarios de levantarse igual que cuando uno trabaja afuera. Mantener horarios de alimentación: desayuno, almuerzo, cena y café por la tarde”, comenta.

Cómo manejar la ansiedad de adultos en cuarentena:

  a.- Organizar una rutina de trabajo.
   b.- Mantener horarios de alimentación.
   c.- Incorporar actividad física en la mañana o en la tarde.
   d.- Comunicarse con familiares y amigos a través de la tecnología.

Asimismo, agrega que cuando hay niños en el hogar, es importante que se definan espacios separados en que los adultos puedan trabajar concentrados, pero sin perder el control de las actividades de los niños.

“La casa se tiene que reinventar con espacios más lúdicos para los niños y un lugar donde los adultos puedan trabajar. Un espacio para trabajar más tranquilo y privado para desarrollar sus actividades”, explica la doctora Armijo.

Cómo manejar la ansiedad de niños en cuarentena:

a.- Realizar actividades cortas y bien estructuradas que permitan desarrollar su creatividad.
b.- Mantener actividades dirigidas con estímulos durante la mañana y espacios más libres para que jueguen en la tarde.
c.- Cocinar con ellos y potenciar la alimentación saludable.
d.- Enseñar el cuidado del medio ambiente, a través de la jardinería.

Finalmente, la psiquiatra de Clínica Dávila, asegura que para evitar aumentar la ansiedad en cuarentena es importante darse espacios para la lectura, para conversar, escuchar música, jugar y hacer cosas que, usualmente, las personas dejan de lado por falta de tiempo, como darle mantenimiento a la casa.

A su vez, destaca que, cuando la cuarentena es preventiva, es bueno aprovechar la instancia para compartir y pasar tiempo en familia.


LA ANGUSTIA

¿Qué es la angustia y cuáles son sus síntomas?

La angustia es un estado afectivo que causa malestar, sensación de sofoco, sufrimiento mental e incluso tristeza. Está relacionada con el temor (miedo irracional), la desesperación y, en muchos casos, con la incertidumbre. ... Es frecuente que el término angustia se confunda con ansiedad.

La angustia (relacionado con la palabra alemana Angst) es un estado emocional intenso interpretado como muy desagradable e insoportable. Se caracteriza por aparecer como reacción ante el miedo, un peligro desconocido, o ante una respuesta de ansiedad. Suele estar acompañado por intenso malestar psicológico y por síntomas físicos, tales como elevación del ritmo cardíaco, sudoración excesiva, temblores, sensación de presión en la zona del tórax o falta de aire, y de una interpretación psicológica de que esa sensación no se puede aguantar más.

La angustia se puede definir como la sensación que se produce cuando interpretamos algo como insoportable.

La angustia es un trastorno muy frecuente en la sociedad actual, por lo que resulta crucial saber cómo afrontarla. De lo contrario, el trastorno por angustia puede derivar en serios perjuicios para la salud física y emocional, puede incrementar otros trastornos como la ansiedad, la depresión, la tristeza y el miedo.

Si no aprendemos a manejar, disminuir y eliminar la angustia, acabamos siendo controlados por ella, dado que la angustia puede deteriorar todas las áreas de nuestra vida.

La angustia presenta una serie de síntomas característicos.

    1.- Preocupaciones y temores excesivos.
     2.-  Imaginación de escenarios catastróficos.
     3.- Desesperación.
     4.- Falta de aire, mareos, sudoración tensión muscular, resequedad de la boca o fatiga.
     5.- Opresión en el pecho.
     6.- Sofoco.
     7.- Evitación de situaciones temidas.
     8.- Dificultades para dormir.

 Cómo superar la angustia

A continuación, podrás encontrar algunas técnicas sencillas que se han mostrado muy prácticas para comenzar a manejar la angustia:
1.- Reconocer y aceptar nuestra ansiedad y no interpretarla como   insoportable.
2.- Detectar los pensamientos que nos provocan dicha angustia.
3.- Analizar si es real y objetivo lo que estamos pensando.
4.- Intentar no hacer caso al pensamiento que nos dice que los síntomas son insoportables.
5.- No prestar atención a los síntomas.
6.- Cambiar la posición de control.
7.- Técnicas de respiración.
8.- Relajarse.
9.- Hacer ejercicio físico.
10.- Aprender a no dar importancia a los síntomas de la angustia y tomarlos con sentido del humor.

La angustia emocional: ¿qué es lo que me pasa?

Cuando hablamos de la angustia emocional siempre surge la misma controversia. ¿Es la angustia lo mismo que la ansiedad? ¿O son dos condiciones psicológicas diferentes? Cabe decir que hasta no hace mucho se prefería dejar el término de la angustia en el plano filosófico, diferenciándolo del clínico. Ahí tenemos, por ejemplo, a Søren Kierkegaard, definiendo dicha dimensión como ese miedo que a veces experimentamos cuando nos damos cuenta de que nuestro futuro es limitado, y de que la calidad de nuestra vida depende de nuestras elecciones.

Sigmund Freud, por su parte, diferenciaba la “angustia realista” de la “angustia neurótica”, siendo esta última una condición patológica. Algo que se alejaba de esas reflexiones puramente filosóficas. Todo ello nos lleva a intuir que, en esencia, lo que hay en realidad son dos tipos de angustia, esa que podríamos denominar como existencial y otra que, por sí misma, tiene unos rasgos muy definidos y que según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) aparece, a menudo, como síntoma de diversos trastornos psicológicos.


Veamos algunas características.

La angustia emocional nos paraliza. Mientras que la ansiedad tiene por lo general, un componente nervioso y activador, la angustia es como un bloqueo ante la incertidumbre, hacia un algo que no podemos controlar o prever.

Cuando surge esta sombra, la preocupación se intensifica, se torna obsesiva, surgen los pensamientos catastróficos y la desesperación. La angustia emocional, además, cursa con abundantes síntomas físicos: mareos, problemas digestivos, presión en el pecho, cansancio, tensión muscular…

Muchos aspectos de nuestra vida, como afrontar un examen, tener que tomar una elección, aguardar una respuesta o un acontecimiento o incluso tener que afrontar algo para lo que no nos sentimos capacitados, suelen generar angustia.

Asimismo, existen estudios que nos señalan que hay personas con mayor predisposición a experimentar angustia.

La angustia emocional es como un remolino que todo lo atrapa. Nos aprisiona desde el interior llenándonos de miedo, de ansiedad, inquietud y hasta de una tristeza indefinible… Se trata de una mezcla de emociones adversas que originan no solo un característico malestar psíquico, sino que además sus síntomas físicos pueden llegar a ser realmente limitantes.

Byung-Chul Han, conocido filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales, define al mundo actual como la sociedad del cansancio. Si hay algo que prolifera entre nosotros es la ansiedad y la angustia emocional. Para el doctor Han la causa de todo ello está en nuestra cultura del rendimiento, en ese virus que nos inoculan ya desde niños donde se nos intenta orientar hacia el éxito, hacia esa elevada solvencia en casi cualquier plano de nuestra existencia.

Así, además de esa presión de nuestro entorno para que destaquemos y alcancemos el triunfo, se nos introduce de forma muy temprana en la cultura del multitasking. Hay que hacer muchas cosas a la vez y en poco tiempo. Es la ley de una selva donde no todos sobreviven ni se integran con efectividad, donde es frecuente quedar atrapados en un ambiente angosto, opresivo y que produce sufrimiento.

“La angustia, al igual que otros estados psíquicos que producen sufrimiento, como la tristeza y el sentimiento de culpa, constituyen una pugna normativa de lo esencialmente humano”.
-Mario Benedetti

¿Cómo puedo tratar mi angustia emocional?

Poetas, escritores y pintores canalizaban su angustia a través del arte. Ahora bien, la mayoría de ellos experimentaban angustia existencial. Esa sensación recurrente en el ser humano, ya que rara vez nos podremos despegar del todo de ese vacío comprensible cuando ponemos la mirada en nosotros mismos y en nuestro futuro. Sin embargo, en el momento en que esa sensación, esa emoción, nos bloquee y nos arrincone en la esquina de la indefensión, deberemos actuar.

Citando a Byung-Chul Han, nos recuerda que estamos obligados a convivir con la incertidumbre. Y la incertidumbre es el detonante directo de la angustia emocional. Por tanto, quien piense que esta condición se resuelve con psicofármacos se equivoca (siempre y cuando no estemos ante un caso extremo). Lo que necesitamos es aprender a gestionar los vaivenes de esta sociedad, manejar mejor lo imprevisible, encarar con mayores recursos lo que no podemos controlar.

Para lograrlo, contamos con distintas propuestas. Algunas técnicas o terapias nos ayudan a reducir y trabajar nuestra angustia, los pensamientos negativos, las emociones adversas que nos bloquean. Llegando a la raíz del problema, cambiaremos nuestra visión de lo que nos rodea para sentirnos más capacitados y responsabilizarnos de nosotros mismos en un mundo siempre complejo, siempre demandante.

Sigue leyendo si quieres conocer cuáles son las diferencias entre ansiedad, angustia y miedo.


Diferencias entre ansiedad, angustia y miedo

Etimológicamente, tiene sentido la distinción, porque mientras ansiedad (ansietas) significa incomodidad, angustia (angor) significa estrechez o angostamiento, y desde un punto de vista clínico puede admitirse a la ansiedad como el componente psicológico de la emoción y la angustia el componente somático.

La ansiedad y la angustia son palabras que se utilizan de forma indistinta en muchas ocasiones. La angustia hace referencia, sin embargo, a una sensación más física, caracterizada por opresión en el pecho o el estómago y que se acompaña de un temor inminente a morir o a volverse loco.

La ansiedad es una parte de la existencia humana, todas las personas sienten un grado moderado de la misma, siendo ésta una respuesta adaptativa. la ansiedad alude a un estado de agitación e inquietud desagradable caracterizado por la anticipación del peligro, el predominio de síntomas psíquicos y la sensación de catástrofe o de peligro inminente, es decir, la combinación entre síntomas cognitivos y fisiológicos, manifestando una reacción de sobresalto, donde el individuo trata de buscar una solución al peligro, por lo que el fenómeno es percibido con total nitidez.

La ansiedad no siempre varía en proporción directa al peligro objetivo producido por una determinada situación, sino que tiende a ocurrir de forma irracional, es decir, ante situaciones carentes de peligro real, es decir, la ansiedad no se acompaña de ningún objeto concreto, siendo esta la diferencia más fundamental con respecto al miedo o la angustia.

La angustia es la emoción más universalmente experimentada por el ser humano, tiene un efecto de inmovilización y conduce al sobrecogimiento en innumerables ocasiones; se define como una emoción compleja, difusa y desagradable que conlleva serias repercusiones psíquicas y orgánicas en el sujeto; la angustia es visceral, obstructiva y aparece cuando un individuo se siente amenazado por algo (Ayuso, 1988). 


Es un sentimiento vinculado a situaciones de desesperación, donde la característica principal es la pérdida de la capacidad de actuar voluntaria y libremente por parte del sujeto, es decir, la capacidad de dirigir sus actos. En ella participan factores biológicos, psicológicos, sociales y existenciales, por lo que conlleva inevitablemente un abordaje integral desde todos los campos mencionados.

La angustia normal no implica una reducción de la libertad del ser humano, es entendida como una reacción de alerta percibida por un sujeto ante una situación peligrosa o de amenaza para él, mientras que cuando no se controlan los niveles normales de dicha angustia, se vuelve patológica y refleja una reacción desproporcionada respecto a la situación que se presenta, siendo más corporal y destacando entonces en ella la inmovilidad, el bloqueo y la falta de acción para la realización de las conductas adaptativas; este tipo de angustia es estereotipada, neurótica, anacrónica (revive continuamente el pasado) y fantasmagórica (imagina un conflicto tal vez inexistente).

En la angustia la reacción del organismo es de paralización, de sobrecogimiento, mientras que, en la ansiedad, la reacción es de sobresalto, tratando de buscar una solución al peligro.

Entre la ansiedad y el miedo existen algunas diferencias: en el miedo hay un sentimiento por un peligro presente o inminente y por tanto ligado a los estímulos que lo generan, en la ansiedad el sujeto presenta aprensión, pero no sabe explicar la causa de su intranquilidad, presenta perturbaciones fisiológicas: irregularidades cardíacas, dificultades respiratorias, temblores, náuseas, que pueden interpretarse de forma errónea como síntomas de colapso cardíaco y de muerte próxima.

El miedo es un movimiento psíquico propio de toda reacción normal ante una situación de peligro mientras que la ansiedad es un sentimiento vital patológico. El miedo es un sentimiento motivado y la ansiedad un sentimiento inmotivado y autónomo.

El miedo se acompaña siempre de un contenido: la situación de peligro o el objeto amenazador. La ansiedad no se acompaña de ningún objeto concreto, siendo esta la diferencia fundamental entre el miedo y la ansiedad.


Ansiedad y angustia se pueden considerar matices de una misma expresión, pero hay autores que le dan un significado distinto:

a) En la angustia predominan los síntomas de carácter físico (localizados preferentemente en el corazón, región precordial y garganta) mientras que en la ansiedad predominan los síntomas psíquicos, sensación de catástrofe, sensación de peligro inminente, etc.

b) En la angustia la reacción del organismo es de paralización, de sobrecogimiento, mientras que en la ansiedad, la reacción es de sobresalto, tratando de buscar una solución al peligro.

c)  En la angustia el grado de nitidez de captación del fenómeno se encuentra muy atenuado, mientras que en la ansiedad el fenómeno se percibe con la máxima nitidez.

Cómo prevenir y tratar la ansiedad y la angustia

1.- Realizar ejercicio periódicamente: El ejercicio físico mejora el estado general de salud y síntomas como la ansiedad y la angustia. También tiene un efecto preventivo. Son especialmente recomendables las actividades de carácter aeróbico, como la natación o el ciclismo. El deporte es más beneficioso cuando se practica con constancia y metódicamente.

2.- Practicar técnicas de relajación: Existen diferentes métodos de relajación que previenen y tratan la ansiedad y la angustia. Conviene aprender una técnica concreta supervisada por expertos, para luego desarrollarla de forma autónoma, en el momento y lugar que sea adecuado para la persona.

3.- Aprender a respirar despacio: Respirar con excesiva frecuencia y profundidad puede agravar e, incluso, desencadenar una crisis de ansiedad. Por ello, es beneficioso practicar ejercicios de respiración, procurando que esta sea lenta, relajada y esperando unos tres segundos entre cada expiración y la inspiración siguiente, respiración alterna y rítmica calman las emociones.

4.- Tratamiento mediante psicoterapia y medicación: Algunas técnicas psicoterapéuticas se utilizan en el tratamiento de estos trastornos. Un punto central de la psicoterapia consiste en conseguir identificar y detectar los síntomas de ansiedad en uno mismo (preocupación, miedo a morirse o volverse loco, sudoración, palpitaciones, temblores etc.) También se han de identificar aquellas situaciones o lugares que generan ansiedad y/o angustia.

Mediante la psicoterapia se aprende a controlar los ataques de pánico y las crisis de angustia. Asimismo, se afrontan progresivamente las situaciones que antes se evitaban. Todo ello rebaja el nivel de preocupación de la persona.

En determinados casos se utilizan medicaciones como los ansiolíticos y los antidepresivos. Como es lógico, la psicoterapia y la farmacoterapia deberán ser prescritas y llevadas a cabo por especialistas.

MIRIAM LÓPEZ URRUTIA

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BIBLIOGRAFIA

Dr. Eduardo De la Sota Guimón, especialista en Psiquiatría

Valeria Sabater Licenciada en Psicología

Grupo DICTEA

Dra. Alejandra Armijo, psiquiatra de Clínica Dávila


IMAGENES TOMADAS DE : 

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